sábado, 8 de mayo de 2010

"La religión no es el opio del pueblo sino el placebo del pueblo". Dr. House

Adolf Tobeña, catedrático de Psicología Médica y Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona, en su presentación del día 12/01/2010, durante la realización del Foro Humanismo Secular, ha presentado la religiosidad como un rasgo de caracter, en el que reconoce diversos atributos (creencia o fe, esperanza, sumisión, compasión, congregación o tendencia a juntarse, devoción ritualística y experiencias de punta o experiencias místicas), el cual presenta una varibilidad que fa desde la no creencia hasta la creencia y se apoya en mediadores neuronales o mencanismo cerebrales.
A partir de esta apreciación es posible suponer que la base biológica del creer, estadísticamente mayoritario, y del no creer, nos conducen a suponer que inevitablemente los seres humanos, en su mayoría, son estructuralmente religiosos y que las religiones continuaran existiendo indefinidamente. Lo anterior se hace aún más fuerte si, como ha manifestado Adolf Tobeña, las religiones aportan a los seres humanos la ilusión de un orden cósmico, reducen las inevitables incertenzas de nuestra existencia histórica compleja, dan propósito o sentido a la existencia, disminuyen el miedo a la muerte, atenúan el sufrimiento, incrementan la coherción social, promueven la obediencia y sumisión a la autoridad, dan curso a la moralidad, promueven las virtudes pro sociales y proporcionan sentimientos de placer intenso y armonía.
Así las cosas, para quien, desde el punto de vista biológico, aparece como sujeto religioso será imprescidible la adhesión a algún tipo de religión que le permita verselas con el mundo, dado este componente de su caracter. Pero esto nos deja un sinsabor que, supongo yo, muchos creyentes preferirían no experimentar. ¿Soy creyente porque efectivamente existe Dios o lo soy porque biológicamente me veo impelido a creer que existe Dios? Tal vez, más grave aún, ¿Mi libertad se reduce a decidir en cual sistema religioso creer, pero no a decidir si creo o no? Si a lo anterior agregamos el componente socio-cultural, el panorama puede ser debastador para la persona. ¿Estoy en este sistema religioso porque siendo estructuralmente religioso en el encontré el camino más válido o porque en él naci y fui educado? Análogos cuestionamientos se puede hacer el no creyente, puesto que el no creer sería la manifestación propia de la manera como se haya presente en él el rasgo de religiosidad.
Según los datos estadísticos de los estudios sobre la fundamentación estrucutural de la religiosidad, la mayoría de los seres humanos son creyentes; por consiguiente, la mayoría de los seres humanos requieren de un determinado sistema de creencias, más aún si la religión cumple las funciones presentadas arriba.
El asunto por tanto sería cuál es el sistema religioso que conviene más al ser humano. No es verdad que el ser humano simplemente necesita creer y, por tanto, da igual cualquier cosa. El placebo se caracteriza por ser una sustancia inocua que sin embargo alivia los síntomas de un determinado padecimiento. Esto no ocurre con las religiones, ellas no son inocuas. Si bien, a partir de las investigaciones sobre la religiosidad como constitutivo del caracter, se señalan grandes beneficios individuales y sociales (placer, fudamentación de la moralidad, etc.), también es inevitable pensar que esa necesidad estructural de creer puede estar a la base del culto a personas como Hitler o a instituciones que han terminado por llevar a la destrucción de millones de seres humanos.
Bajo el supuesto de que genéticamete, estructuramente, la mayoría de los seres humanos que habitamos este planeta tendemos a ser religiosos, lo mejor sería preguntarnos cuál es la mejor manera de estar aquí, unos con otros, independientemente de lo que cada quien quiera creer, sin por ello caer en la tentación de pensar de que se puede creer en cualquier cosa. Algunos "placebos", supuestamente inocuos, pueden terminar agrabando la enfermedad.

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