En español no existe oficialmente la palabra pensadurías, pero ha sido usada por uno de nuestros grandes ecritores colombianos Eduardo Caballero Calderón para dar nombre a su libro "Hablamientos y pensadurías". Yo la tomo para referirme a pensamientos que vienen y van, como las habladurías, aunque en el contexto de mis circunloquios. He querido que este blog sea algo más que meras pensadurías, pero he sucumbido. Hoy quiero compartirles mis pensadurías.
Somos atrevidos los seres humanos, hablamos de Dios con una propiedad increible, lo definimos, decimos qué quiere de nosotros, afirmamos que nos ha creado, sabemos para qué nos ha creado, algunos llegamos a decir que nos ha hablado, que nos ha manifestado su voluntad, etc. Francamente me parece atrevido. Pero, para colmo de mis males, últimamente no he podido resistirme al pensamiento de que esa realidad misteriosa que llamamos Universo no es más que el correlato de esa otra realidad misteriosa a quien damos el nombre de Dios. La mejor analogía que encontrado es la existente entre la noción de persona y cuerpo humano. Nosotros nos relacionamos con las personas, pero evidentemente que ello lo hacemos en el contexto de nuestro cuerpo histórico. Se me ocurre pensar, que puesto que el Universo me aparece maravilloso, sorprende, etc., esa realidad ante la cual me encuentro coincide, en cierto modo, con lo que podríamos llamar Dios, así como el cuerpo de nuestro vecino coincide con su persona. ¿Todo esto para qué? Pues para partir del presupuesto de que a Dios nunca nadie lo ha visto, no sé quién o qué es, ni cómo es, ni qué quiere, al menos yo no. Y no creo que alguien tenga evidencia confiable de lo contrario. En cambio, mal que bien, algo sé del Universo, en el existo y soy parte de él. Y puesto que no puedo decir mayor cosa de Dios creo que el mejor camino es asumir y vivir profundamente mi condición histórica y deicidir cómo quiero existir, tal vez sea mejor decir: coexistir, con los demás seres que hacen parte del universo, comenzando por los seres presentes en este nicho vital al que llamamos planeta tierra...
Lo anterior me lleva a relativizar profundamente todas las religiones, en cuanto que suponen el conocimiento de Dios y se presentan como camino necesario para todos los seres humanos. Pero, al mismo tiempo reconozco un gran valor en su osadía. Sí, ellas representan la condición "trascendental" de los seres humanos. Nosotros, no sé decir por qué, nos resistimos a aceptar que la inmediatez de lo que vemos y sentimos sea todo y nos resistimos a creer, que seamos simplemente está unidad de carbono históricamente determinada. Las religiones de alguna manera han expresado nuestra comprensión de que somos más que nuestro cuerpo orgánico, al menos como anhelo, pensamiento, hipotesis, y que él Universo es más que la inmediatez de los fenómenos.
Con todo, si nos atenemos al relato del sacrificio del hijo de Abraham, en el cual Soren Kierkeggar encontró la expresión del ser humano auténticamente religioso, las religiones son verdaderamente peligrosas. Ellas terminann por pedir que sacrifiquemos a nuestro hijos; en otras palabras, ellas piden la adhesión total más allá de cualquier cuestionamiento. El verdadero ser humano religioso obedece y termina por no cuestionar nada.
Jesús, el ser humano no religioso. Es una afirmación verdaderamente temeraria. Para mí es una hipótesis, como cualquier afirmación que se haga acerca de las convicciones vitales de otra persona. Evidentemente, como cualquier judío de su época, Jesús hacía parte de un pueblo estructurado y marcado por diversas creencias de caracter religioso; pero me resulta fascinante ver como los evangelios, contando con su naturaleza interpretativa, ellos no consiguen esconder su comportamiento libre, que supera las instituciones religiosas establecidas en su época, al tiempo que manifiesta una confianza básica en Dios; el cual, supongo, le resultaba imposible tematizar, comprender, fuera del lenguaje religioso en el cual se hallaba inmerso; pero con quien en últimas manifiesta una relación de íntimidad y de no exclusividad. Si lo tuviese que decir con palabras de este siglo, diría Dios y el Universo se corresponden, pero cuando digo Dios entiendo el Universo como una dinámica de vida de la cual hago parte y no puedo ser menos que su hijo. Cualquier ser humano es hijo de Dios, no es posible que haya un ser humano que no merezca recibir los beneficios del Universo, ser manifestación de la vida que el Universo ha desabrochado en este planeta y existir, contra toda adversidad, como quien tiene derecho a hacerlo con plena dignidad y a luchar para que su existencia-con-otros sea garantizada.
Ser cristiano, es fundamentalmente atreverse a ser ser-humano, asumiendo como modelo a Jesús: el hombre libre, que pasó haciendo el bien, sin pedir que nadie asumiese a su Dios como el Dios verdadero. Bueno, publico esto, con temor y temblor, son convicciones personales, que, sin embargo, para los teólogos y filósofos probablemente serán simples pensadurías.
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