viernes, 28 de mayo de 2010

Lo más divino es luchar contra el sufrimiento humano

Pensaba que esta entrada se podría llamar “Dios, Jesús y el monoantropismo”; pero teniendo presente la el blog de José María Castillo, del 21 de mayo, he decidido dejar el título actual.

Dios. En cierto sentido no tengo nada que decir acerca de Dios. Como dice Dawnkins las evidencias de su existencia son insuficientes, o como insinúa Fernando Savater, es un asunto cuyo contenido está más allá de la posible aceptación o negación. Inclusive la tradición del antiguo testamento se negó pronunciar el nombre de Dios (y el nombre es más que la palabra con la cual se distingue a alguien, es la misma persona) y a hacer cualquier representación de su existencia. No entiendo como alguien puede decir que conoce a Dios, que sabe sus planes, que tiene un mensaje especial para nosotros, sobre todo cuando sobrepasa el horizonte del sentido y el significado de la existencia para llegar a exigencias positivas y concretas.

Sin embargo, mi experiencia es la de estar ante y ser parte de un universo complejo, infinito, sorprendente, tanto en lo macrocósmico, como en lo microcósmico. De tal manera que la experiencia de la existencia se vuelve inquietud, pregunta. ¿El ser humano, la vida, el universo se fundamentan a sí mismos? Creo que es razonable pensar en un fundamento último de lo existente y de la existencia. Es decir en un fundamento de lo que está ahí, de cómo está ahí, de para qué está ahí. Se puede imaginar un ser todopoderoso, creador y gobernante, extrínseco a lo existente. También se puede imaginar que lo existente implica en sí mismo el fundamento de sí, entonces el fundamento último se identificar con el Universo, así como la persona se identifica con el cuerpo físico o la mente con el cerebro, sin que la persona sea sólo su cuerpo y la mente sea sólo el órgano biológico.

Me gusta más está última creación interpretativa del fundamento de lo existente y de la existencia. El Universo es Dios. Pues quién diría al recibir una patada ¿por qué le pegas a mi cuerpo?; más bien diría ¿por qué me pegas? A mí la vida, lo existente, de manera particular el ser humano, me habla y me pregunta; la vida, lo existente, la existencia, me pide una respuesta. ¿Qué haces? ¿Cómo vives? ¿Para qué vives? Sea que te consideres creyente o no, me parece que el asunto es si la vida te cuestiona o no, o si al menos te cuestionas sobre cómo  y para qué vives. Si al menos te haces esas preguntas entonces vale la pena considerar a Jesús.

Jesús es ante todo un ser humano, un ser humano idéntico a nosotros en su constitución biológica y como todos nosotros condicionado por la información genética que le trasmitieron sus padres, por los factores culturales y sociales en los cuales se enmarca su existencia. Sin embargo, Jesús impacto a sus contemporáneos. ¿Qué tenía Jesús? Jon Sobrino, nos ha dicho que resulta casi imposible sobre pasar la certeza de que unas cuantas palabra y unas cuantas acciones de las atribuidas a Jesús en los relatos evangélicos puedan ser  atribuidas a Jesús, pero que existen algo que le podemos atribuir a Jesús, sin ser todavía una palabra o una acción concreta, esto es, su manera humana de proceder: su práctica y el sentido de su práctica, su praxis. Jesús es el ser humano proexistente, el ser humano prosocial, el ser humano que celebra, promueve, defiende la dignidad humana. Esto acontece de manera privilegiada y fundamental en la amistad y defensa de quienes en su época fueron colocados afuera (marginados) o abajo (oprimidos): pobres, publicanos, prostitutas, extranjeros, etc.

Evidentemente, Jesús y sus contemporáneos leyeron el sentido de su vida, de lo existente, desde los parámetros culturales en los cuales les tocó vivir. El fundamento último de la existencia, es decir Dios, es Papá, pues da la vida y defiende la vida, da la vida a todos y defiende la vida de todos, y de manera privilegiada está del lado de los marginados y oprimidos, porque en ellos la vida es negada en grado y significado mayor.

Según las apreciaciones de grandes evolucionistas, neurólogos, biólogos, por ejemplo Rodolfo LIinas, la evolución del ser humano actual es de tipo socio-cultural. Jesús encarna el ser humano pro-social, pro-existente, que estamos llamados a ser. Si se quiere, él es el primer fruto de una nueva humanidad. Con dos ejemplos, quiero decirlo desde el punto de vista psicológico y biológico. Philip Zimbardo, en el efecto lucifer, nos ha hecho ver como personas buenas pueden llegar a acciones verdaderamente malévolas, pero sobretodo nos ha hecho ver que el ser humano es capaz de convertirse en héroe y de suscitar el mismo comportamiento en quien lo rodea.  Nos habla de héroes modernos como aquel chico que se para ante los tanques de guerra o como el capitán que se deja conmover por su gesto. Robert Wraigh, nos ha hablado del fundamento biológico de la compasión, el cual lamentablemente tiene corto alcance: sólo para los miembros de la familia; también ha hablado del altruismo recíproco, que permite superar la compasión en la familia para considerar el bien fuera de ella, pero sólo con amigos y aliados; sin embargo, sus consideraciones llegan al punto en que nos dice que la humanidad tiene una esperanza de salvación: reconocer que todos somos aliados, todos estamos en el mismo barco que la ayuda mutua es el fundamento de nuestra supervivencia.

Si realmente eres seguidor de Jesús y tu lectura de su vida es religiosa puedes concordar claramente con José María Castillo, Dios se ha revelado plenamente en Jesús, porque Jesús ha sido plenamente humano al luchar contra todo sufrimiento humano. Entonces más importante que pedirle a los curas (sacerdotes como los llama la iglesia católica) que sean célibes, o impedir que los homosexuales se manifiesten cariño público, o defender los derechos de los edificios destinados al culto, más importante que cualquier otra cosa semejante es asumir la vida continuando la praxis de Jesús. Si tu lectura de la vida no es religiosa, puedes ser explícitamente seguidor de Jesús si quieres vivir como él vivió.

Creo que la enseñanza fundamental de Jesús tiene una actualidad vital, pues de ello dependen que sigas viviendo, sin precedentes: Todos somos hermanos y hermanas, no existe un ser humano que pueda ser excluido de vida, quien acapara cosecha su propia muerte o la de sus descendientes, la verdadera autoridad es la del servicio.

Somos una sola humanidad y lo más divino, o evolutivamente sensato, que puede hacer un ser humano es defender al ser humano que sufre.

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