Le pongo título a esta entranda inspirado en un libro que Jesús Espeja ha publicado recientemente "Jesucristo, una propuesta de vida". El autor no pretende hacer apología de la religión, del cristianismo, sino presentar a Jesucristo a aquellos que seguramente se han frustrado con la disección y posterior disecación de quien es para muchos, entre ellos yo, el modelo el ser humano que estamos llamados a ser:Jesucristo.
En el último semestre he profundizando mi experiencia de trabajo con personas que tienen la vulnerabilidad de la adicción a sustancias psicoáctivas. Este trabajo me ha permitido comprender que más allá de las creencias formales, con las cuales nos identificamos como miembros de una comunidad de fe, existe la fe básica fundamental. La capacidad de confiar en la vida, en la existencia; incluso más, la capacidad de creer en el se humano que podemos llegar a ser: libre, autonomo, don de vida y en la vida de los demás. Estas personas me han hecho comprender la grandeza de la fe, de la espiritualidad como camino.
También he podido considerar en los últimos meses diferentes posiciones, de filósofos, biólogos, psicólogos, en una página supremamente interesante www.ciudaddelasideas.com/videos/ que me han llevado a formular mejor una vieja convicción que se me ha vuelto una espina en el corazón: si no tomamos a Jesús en serio podremos ser muy religiosos, muy buenos católicos, pero no seremos auténtiamente cristianos, y además perderemos el Camino que nos puede ayudar a ser plenamente seres-humanos-trascendentes.
Me lamento de que hayamos despojado a Jesús de su humanidad. Para mí Dios es misterio, es fundamento y plenitud de todo. No dudo que sea nuestro principio y nuestra fuente, en ese sentido todos somos hijos de Dios, y en cierto sentido somos Dios, si se entiende que el universo o el multiverso es lo que vemos del Misterio. Y nosotros como parte de este mundo visible, somo parte de lo que vemos de Dios, de lo que Dios ve de sí mismo por nosotros.
Jesús es uno de los nuestros, es el ser humano en quien se ha manifestado la plenitud de nuestra condición humana. Los textos bíblicos utilizaron diferentes interpretaciones como la resurrección, el Verbo encarnado, la teología del hijo de Dios, ya empleada para hablar de los faraones o de los reyes de la dinastía de David, la concepción virginal, etc., para hacernos ver que en él teníamos el Camino, esto es, el modo humano de vivir, que nos permite llegar a ser plenamente lo que somos; de la misma manera que él, llego a ser plenamente revelación del Misterio, y plenitud del Misterio, en la condición humana.
Ser cristiano, a mi entender, es encarnar la realización del Camino de Jesús, es asumir que yo también soy don, que también soy el hijo de Dios, que también puedo llegar a ser plenitud de Dios (si soy plenitud de vida que se da, que sirve, que se hace hermano o hermana de los demás, que ahora son los prójimos).
Para mi Jesús es el modelo de la humanidad héroe. (No cae en la dinámica del efecto lucifer - Philip Zimbardi) El modelo del ser humano que se resiste a cualquier forma de poder que degenere busqueda de sí mismo y opresión de los demás. Al contrario, es el ser humano que se vuelve totalmente don y se opone a cualquier forma de sufrimiento humano. Es el ser humano que defiente, celebra y promueve la dignidad de todo se humano. Y esto, como ha dicho José María Castillo, es lo más divino de Jesús.
Jesús representa a mi entender, y no de manera exclusiva, pero sí paradigmática, la plena evolución del ser-humano-biológico a ser-humano-trascendente. Para él, la familia basada en vínculos de sangre pasa a un segundo plano, para dar lugar a la familia basada en simple hecho de ser seres-humanos; para él, aquellos que se podrían llamar enemigos o extraños, se vuelven prójimos y dignos de amor. No se queda en la solidaridad con los de su sangre, los amigos o aliados. (Lo cual es apenas esperable como ha planteado Robert Wright).
Alber Nolan, en un libro publicado hace unos pocos años, en el que habla de la espiritualidad de Jesús, nos dice que no hemos tomado en serio a Jesús. Preferimos defender con uñas y dientes la sacralidad de una iglesia, las potestades de sus dirigentes, su presencia pública influyente, etc., a tomar en serio a Jesús. Nos gusta la religión mágica, la que convierte a Dios en un monigote bajo nuestro control. En cambio rechazamos la religión que nos hace hermanos y hermanas, que nos solidarios con un único planeta, una única humanidad, la que que nos une con el universo o multiverso, la que celebra, promueve y defiende la dignidad humana, la que no se importa tanto con los dogmas cuanto con la manera de vivir...
¿Qué pasaría si Jesús fuese el modelo de nuestra vida? Independientemente de que seamos agnósticos, católicos, incredulos, protestantes, budistas o de cualquier otra dependencia, un ser humano tan humano así como Jesús nos pide que lo tomemos en serio y que encontremos en su manera de vivir la inspiración para hacer nosotros otro tanto.
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