Hace años me encontré con un cuento en un libro de Carlos de Valles, frecuentemente contado por Anthony de Mello, por lo que allí decía. Creo que ese cuento expresa muy bien el tema al cual quiero referirme; es así:
Un anciano, que vivía en una pareja montañoso, tenía un caballo en su corral. Un día la puerta quedó mal cerrada y el animal huyó. Todos los habitantes de la región comentaban: "Este hombre es muy desafortunado, qué mala suerte tiene; perdió el único caballo que tenía para sus trabajos." A lo que el anciano respondía: "Puede ser, puede no ser".
Tiempo después, al mirar por la venda de su cabaña el anciano descubrió que su caballa había vuelto y, no sólo eso, estaban con él, en el corral, 4 cuatro jóvenes caballos salvajes de la montaña. Entonces, todos comentaban: "Qué viejo afortunado, eso es mucha suerte; ahora tiene cinco caballos en lugar de uno". A lo que el anciano respondía: "Puede ser, puede no ser"
El único hijo que lo acompañaba, pues todos los demás habían seguido su camino y estaban lejos, comenzó a domar los caballos; pero, mientras lo hacía, sufrió un golpe y se fracturó gravemente una pierna. Todos los habitantes de la región comentaban: "Este viejo es muy desafortunado, qué mala suerte tiene; el único hijo que podía ayudarlo está de cama; ahora no tiene quien le ayude." A lo que el anciano respondía: "Puede ser, puede no ser".
Algunos días después aparecieron por esas montañas las tropas imperiales, estaban reclutando a los muchachos para llevarlos a la guerra; al único joven que no se llevaron fue el hijo del anciano, al verlo lisiado lo declararon no apto para la guerra. Ahora, todos comentaban: "Qué viejo afortunado, eso es mucha suerte; tiene un hijo joven que lo acompañará por muchos años. Y el anciano, volvía responder: "Puede ser, puede no ser"...
Muchas conclusiones se pueden sacar:
- La buena suerte y la mala suerte es cuestión de como la vea.
- No sabemos que va pasar; la vida tiene la capacidad de sorprendernos.
- Es imposible dominar el futuro.
- Etc.
He llamado esta entrada confianza básica, porque creo que es una actitud que hace posible vivir la vida. Los seres humanos intentamos controlar y dominar nuestras circunstancias para no padecer el dolor de la incertidumbre, del no saber que va pasar. Lo hacemos con la ciencia, con el conocimiento; también lo hacemos con la religión, creo que nos hace ofertas parecidas, aunque de largo alcance, para la vida eterna. Aun así siempre cabe la duda, la ciencia no puede garantizarnos la ausencia absoluta de la enfermedad, del dolor, de las catástrofes naturales, etc.; la religión tampoco, pero nos ofrece la vida eterna; pero de esto no hay garantía.
Con mis palabras no pretendo desvirtuar el conocimiento que tenemos del mundo en que vivimos; de hecho, estoy ahorrando para comprarme un apartamento; tiendo a ello, pero no pretendo que sea así, puede ser, puede no ser. De igual manera, quien transite las sendas de una religión seguramente tiene más motivos para hacerlo que la promesa de una vida eterna, máxime cuando algunas dejan espacio para una muerte eterna; peor aún, para una desgracia eterna.
Para unos y otros, también para los que seguimos otros caminos, cabe la posibilidad de asumir la inmediatez de la vida con una actitud de confianza. No tengo garantías sobre mi situación. Es posible que muera antes de acabar estás páginas, una grave enfermedad se puede estar desarrollando en mí, algún ser querido me desconfiará de mí, etc. También es posible que alguien esté pensando hacerme una oferta laboral muy agradable, que me llamen para contarme un acontecimiento positivo para un ser amado, etc. Ante la incertidumbre de lo que está por venir, en mi condición de ser facultativo puedo decidir que hacer, mi libertad es limitada y pequeña; pero puedo ejercer esa libertad, es imposible no hacerlo, no es lo mismo acabar esta reflexión a dejarla inconclusa; seguir ahorrando para mi apartamento a dejar de hacerlo; llamar a un amigo que tengo olvidado, a no llamarlo; etc. En todas las decisiones tiendo, me dirijo a una meta, pero no pretendo que la vida, Dios, mis fuerzas, la suerte, lo que sea hagan que así sea.
Ante lo anterior, habrá quien se sumerja en la amargura, en el escepticismo paralizante, por mi parte prefiero aprender del mundo que me rodea, aprender del desafío de vivir; como una marcha, como un camino nuevo; cada curva me trae lo inesperado, triste o alegre, difícil o fácil; y todo ello vivirlo, como lo vive el universo, una mariposa que sale del capullo no sabe cuán larga será su vida, tal vez se la coma un pájaro a los pocos segundos; muchas semillas esparcidas por la selva quieren fecundar la tierra, tal vez muchas no logren hacerlo; en todo ello veo confianza, no hay garantías, pero sigo mi camino y camino lo mejor que puedo.
1 comentario:
me gusta mucho. es oportuno para entender que no es mala suerte las cosas que me suceden a diario, sino una actitud frente a la vida.
tu primera seguidora
una muy amiga ;)
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