domingo, 2 de febrero de 2020

Rendición

De alguna manera las diferentes corrientes espirituales plantean la necesidad de que nos rindamos. Sí, en algún momento la pretensión de ser inteligente, de ser fuerte, de ser amable, de ser original, de ser bondadoso, de ser alegre, de ser fiel... como pretensión compulsiva, no auténtica, no consigue lo que tanto anhelamos; esto es, ser amados. Se trata de una trampa del ego que nos dice que solo seremos amados o estaremos bien si actúamos de alguna de esas maneras. Pero, se trata de una lucha que nos agota, nos lleva a la ansiedad, a la depresión, a la soledad o a la dependencia. Al final solo queda rendirse, dejar de pretender, y confiar. Simplemente confiar.

En el lenguaje cristiano se llama kenosis. Abandonarse en el Amor. Se trata de algo que va más allá de adherir a algún sistema religioso. Se trata de una experiencia, paradójica, y quizás ambivalente como todo lo humano. Pues no se puede controlar, no se puede programar, solo se puede acoger. Aún así, seguimos en camino; pues no es algo que nos ocurre de una vez para siempre. Sino de una continua invitaciòn a morir a nuestra pretensión de control y dominio, de nosotros mismos, del mundo, de los demás e incluso de Dios.

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