Parece que desde hace mucho tiempo los seres humanos hemos vivido con la sospecha de que el mundo tal como lo conocemos está al borde del colapso. De vez en cuando ha aparecido algún Jonás, como el personaje bíblico al que se le encomendó la tarea de predicar la destrucción de Nínive. En la actualidad numerosos sitios web anuncian diversos cataclismos con los cuales se dará fin a la historia de los seres humanos con la tierra.
Me pregunto si serán simples alucinaciones catastróficas carentes de sentido o habrá algo de verdad y como los ninivitas del cuento bíblico debemos cambiar nuestra forma de vivir para impedir la llegada de la destrucción definitiva. Me parece que los anuncios catastróficos que cunden por doquiera, desde hace milenios, expresan la sensación, tal vez no claramente tematizada de que la forma de vida que hemos construido los seres humanos entraña nuestra propia destrucción.
Considero que desde el momento en que comenzamos a domesticar animales y plantas para garantizar nuestra supervivencia futura comenzamos un caminar, ya milenario, en el que paulatinamente creció la prepotencia como especie frente a los demás seres vivos y la dominación de unos seres humanos sobre otros seres humanos mediante el uso de la fuerza y el control de los medios de producción. Ante tal situación, no es nada sorprende que por todas partes se hayan multiplicado los “locos y locas” predicadores de una destrucción inminente, que muchos no podemos ver, cegados por nuestros graneros llenos y la espera de recibir el pago de nuestra esclavitud al final del mes.
Los estudiosos de la biblia saben que 40 días es una expresión que se refiere a un tiempo caracterizado por el cambio de dirección en la manera de vivir y no un simple conteo del sucederse de los días. Parafraseando a Jonás, decir que en 40 días la tierra será destruida, equivale a decir que mientras sigamos viviendo en la forma que lo estamos haciendo la destrucción es inminente. Esta es el anuncio contenido en la Carta de la tierra, cuando dice “Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro”. Es el mismo anuncio del papa Francisco, cuando en la encíclica Laudato Si, se propone como interlocutor ante todos los seres humanos para que delineemos “grandes caminos de diálogo que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo”
La tierra será destruida en 40 días no es más el anuncio de perturbados mentales, es el grito de la tierra, madre y hermana, empobrecida y explotada; su fiebre aumenta, la infección amenaza arrebatarle la vida. No es tiempo de pañitos de agua tibia. Separar materia orgánica de inorgánica en nuestra basura, ayuda, pero no salva. Lo mismo vale decir con el incremento de la eficiencia de los aparatos electrónicos, la disminución del consumo de carnes y de energía, el control de la natalidad y otras estrategias.
Se requiere una forma totalmente nueva de existencia como especie humana. Debemos parar de controlar, por aterrador que nos parezca asumir que somos simplemente un hilo en trama de la vida. Si lo vemos detenidamente, todos nuestros problemas: guerras, desigualdades, maltratos, etc., provienen del miedo al futuro, que nos lleva a querer garantizarnos la vida a costa de lo que sea. Debemos aprender a confiar y a cuidar. La tierra es de todos, no es de nadie en particular, es de todos, incluidos los demás seres vivos. Sin un cambio fundamental en nuestra manera de vivir y de concebirnos como seres humanos, en 40 días la tierra será destruida.
1 comentario:
Profesor Carlos, me parece excelente esta publicación. Todo su contenido tiene mucho sentido y claridad, ya que nosotros los seres humanos somos los únicos culpables de todo lo que esta ocurriendo en este planeta llamado tierra.
Brandon Chacón - USTA
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