domingo, 22 de diciembre de 2019

Belleza inesperada

El 27 de noviembre me quebré, no aguanté más, mi estado ansioso llegó a un extremo aterrador. Llevaba días luchando para ser perfecto, para ser todo lo que ella quería y para no perderla. Pero, me perdí a mí mismo. Con todo, digo gracias, muchas gracias a ti que llegaste a mi vida, como enviada o atraída. No hay culpables, soy 100% responsable. No eras tu, era yo mismo, tu eras mi espejo. Al reflejarme en ti, pude ver todo el miedo y el desprecio hacia mi mismo. Gracias.
Buena parte de mi vida la he pasado intentando agradar a los demás, buscando ser aceptable, casi sin escucharme a mí mismo. Pero, no puedo decir que ha sido malo. Creo que la mayor parte de las veces he hecho lo correcto por el motivo equivocado. Claro que he mentido, que he actuado de manera deshonorable, que he robado y sobre todo, que me he dejado de disfrutar la vida y de aprovechar cada momento de vida. Aunque cualquiera que haya vivido lo que he vivido, que tuviese la genética con la que llegué a este mundo y se encontrase en mi mismo, lugar habría hecho lo mismo. Así que acojó mi camino y lo hago con paz.
No puedo aceptar más verme como un mediocre, sumergirme en la culpa o vivir lamentándome de lo que pudo ser y no fue. Ahora sé que soy simplemente un ser humano, hago parte de la humanidad soliente, que se quiebra, que se enferma, que enloquece, que se pierde. También hago parte de la humanidad que lucha, que disfruta, se alegra, se enamora. Es la misma humanidad. Pero, renazco con una nueva consciencia, en mi fluye la divinidad, la divinidad que sostiene todo, que lo llena todo, que se expresa en todo.
Algunas veces los fastasmas quieren asustarme, quieren hacerme salir corriendo. Ahora digo gracias, bienvenidos. Puedo recordar que estoy viviendo, que tengo todo el tiempo del mundo, que puedo empezar de nuevo. No sé muy bien qué voy a hacer. Aunque creo que nadie lo sabe. Me recuerdo constantemente que en mi mundo todo está bien. Tengo el momento presente para vivir, estoy sumergido en el misterio al que me gusta llamar Papá-Mamá, porque me genera y me da la vida a cada momento. Soy cocreador de este mundo.
Sí, en cada momento y lugar hay una belleza inesperada. Con mucha frecuencia no la vemos sumergidos en nuestra culpas o temiendo nuestro futuro; o tal vez, como le puede ocurrir a otras personas, soñando con su pasado o su futuro. Me propongo, sin pretender que siempre sea asì, estar despierto a la belleza y plenitud que se manifiesta en cualquier lugar y momento.

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